domingo, 30 de diciembre de 2012

Estados Unidos primer productor de petróleo en 2017

El 12 de noviembre pasado se presentó a la prensa el World Energy Outlook 2012, o WEO 2012, es decir, el informe anual que elabora la Agencia Internacional de la Energía sobre la situación energética mundial presente y la previsión para las próximas décadas. De entre las previsiones los medios se hicieron eco sobre todo de una en particular: Estados Unidos se convertirá en el primer productor mundial de petróleo en 2017 (más abajo he puesto enlaces a algunas noticias que publicó en su día la prensa). La Agencia Internacional de la Energía (AIE, o IEA por sus siglas en inglés) es, según su propia presentación en internet, "una organización autónoma que trabaja para asegurar un suministro de energía seguro, limpio y a precio razonable para sus 28 países miembros y para el resto del mundo". Los 28 países miembros son en su mayoría importadores de petróleo con economías avanzadas.

La perspectiva de que Estados Unidos se convierta en el primer país productor de petróleo tiene sus implicaciones y es natural que haya calado en los medios. Además, no han faltado analistas que la han aprovechado como argumento para defender el business as usual y afianzarse en su despreocupación por una supuesta escasez de este combustible fósil. Yo quisiera ir un poco más allá del titular exponiendo, en primer lugar, algunos datos que considero relevantes.


Veamos primero el historial de producción de petróleo de Estados Unidos. Como se aprecia en el gráfico 1, hasta 2008 encaja bastante bien con los modelos que suelen manejar los, digamos, "pesimistas" del peak oil (que, por otra parte, se ven refrendados en muchos otros casos reales, ver ejemplos en este artículo y este otro de este blog): en 1970 alcanzó un máximo y desde entonces, salvo 10 años manteniéndose alrededor de los 10 millones de barriles diarios (Mbd), el declive ha sido la tónica general. Sin embargo, en 2009 se produjo un cambio de tendencia y la producción ha crecido durante tres años consecutivos a una tasa cercana al 4%. El incremento no es nada despreciable y gracias a él Estados Unidos ha pasado de autoabastecerse de petróleo un 35% en 2008 a un 42% en 2011. 

Gráfico 1. Producción de petróleo de Estados Unidos 1965-2011, en miles de barriles diarios. Fuente: BP Statistical Review of World Energy June 2012

Veamos ahora cuál es la predicción del WEO 2012. El gráfico 2 se ha tomado de la presentación a la prensa del informe. Recoge la producción pasada y prevista de petróleo y gas natural en Estados Unidos. El asunto del gas natural es también muy interesante pero centrémonos ahora en el petróleo: las 2 bandas inferiores de colores rojizos en las barras del gráfico. La previsión de crecimiento hasta 2020 coincide con la extrapolación de la tasa de crecimiento del 4% anual observado en 2009-11. En estas condiciones se alcanzaría una producción total ligeramente superior a 10 millones de barriles diarios (Mbd), que se mantendría aproximadamente durante una década. Después, a partir de finales de los 2020 se iniciaría otro declive.

Gráfico 2. Producción de petróleo y gas natural de Estados Unidos, pasada y prevista según IEA-WEO 2012 (presentación a la prensa). Las unidades son millones de barriles equivalentes de petroleo por día, o Mbd.

Para poner en contexto esta predicción consideremos que los dos países con mayor producción de petróleo actualmente son Arabia Saudí con 11,2 Mbd en 2011 y la Rusia con 10,3 Mbd en 2011, es decir, por encima o en el mismo orden que la producción máxima prevista para Estados Unidos. Por tanto la previsión de la AIE tiene una cara, el incremento de unos 2,5 Mbd en la producción de Estados Unidos en los próximos 5 años, pero también tiene una cruz: la AIE espera que ni Arabia Saudí ni Rusia sean capaces de incrementar su producción en el futuro. Es decir, que el estancamiento de los últimos años en la producción de ambos gigantes del petróleo va a perdurar (ver gráfico 3). Hasta donde yo sé, la cruz ha recibido mucha menos atención de los medios.
Gráfico 3. Producción de petróleo de Arabia Saudí y Rusia 1985-2011, en miles de barriles diarios. Fuente: BP Statistical Review of World Energy June 2012 

Fijémonos ahora en que la producción total de petróleo del gráfico 2 está formada por dos categorías: petróleo convencional y petróleo no convencional. La predicción de producción  convencional sigue dócilmente el declive iniciado en los años 80, tan bien ajustado a los modelos teóricos de los pesimistas del peak oil. En cambio, la producción de petróleo no convencional se dispara a partir de finales de los 2010 y es la que protagoniza el incremento general previsto para Estados Unidos. La parte del león del petróleo no convencional producido actualmente en EE.UU. es el conocido como tight oil, en español, petróleo de formaciones compactas según algunas traducciones. A diferencia del crudo convencional, que se halla en yacimientos permeables y fluye naturalmente hacia los pozos de los que se extrae, el tight oil se encuentra atrapado en los poros de rocas pizarrosas y no está dispuesto a fluir así como así: hay que forzarlo. Para ello se utiliza la tecnología conocida como fracturación hidráulica o fracking, que consiste esencialmente en inyectar agua a presión (para fracturar la roca) y otros productos (para mantener las fracturas abiertas) a lo largo de perforaciones horizontales del yacimiento. 

Por su naturaleza, la extracción del tight oil es necesariamente más costosa que la de los pozos convencionales. Además, los pozos que extraen tight oil suelen tener una tasa de agotamiento muy alta: en el campo de Bakken, el más importante de EE.UU. en la actualidad, se observa una reducción del 60% de la tasa inicial después de un año de funcionamiento. Es decir: sólo para mantener el nivel de producción del yacimiento es necesario perforar nuevos pozos sin parar. Además, el fracking tiene inconvenientes ambientales que, en un país civilizado, deben gestionarse adecuadamente y esto supone costes adicionales. El resultado de todo esto es que el petróleo de formaciones compactas es caro. El actual boom del fracking en EE.UU. se debe precisamente a que el petróleo está muy caro, suficientemente caro para que este tipo de explotación sea viable económicamente. Así pues, parece que un requisito para que se cumpla la predicción de la AIE es que el petróleo siga tan caro (es decir, tan escaso) como actualmente.

Por otra parte, existe bastante incertidumbre sobre cuánto petróleo en formaciones compactas hay en Estados Unidos y, sobre todo, qué proporción de este es recuperable. Hay estimaciones aparentemente serias que difieren en proporciones de más de 10 a 1. Según un clarificador artículo de Robert Rapier (Does the U.S. Really Have More Oil than Saudi Arabia?), algunos analistas incluyen en las estimaciones el "oil shale" que podría extraerse de los yacimientos de la a formación Green River. En realidad, lo que puede estraerse de esta formación no es petróleo sino kerogeno, un mineral orgánico sólido que puede transformarse en un sustituto del petróleo mediante un proceso industrial (que es, por otra parte, muy intensivo en energía). Parece ser que la puesta en producción de estos yacimientos en condiciones económicamente viables exigiría precios de petróleo significativamente más altos que los actuales.

En todo caso, la AIE es una organización seria y dotada de medios, por lo que podemos suponer, a priori, que sus estimaciones se corresponden con la mejor y más completa información disponible. ¿Le damos este voto de confianza?. Hagamos primero unas comprobaciones. La AIE lleva elaborando el WEO desde hace muchos años así que podemos examinar predicciones emitidas en el pasado para evaluar cuál es su grado de fiabilidad. Reproduzco aquí un ejemplo presentado por Kjell Aleklett, presidente de ASPO, en un artículo reciente dedicado, precisamente, a analizar el WEO 2012. Se trata de la producción de petróleo de Arabia Saudí predicha para 2030 emitida en 6 WEOs recientes:
  • WEO 2004: 22,5 Mbd
  • WEO 2006: 15,6 Mbd
  • WEO 2008: 15,6 Mbd
  • WEO 2010: 13,2 Mbd
  • WEO 2012: 11,4 Mbd
Parece que hasta hace algunos años se suponía, sin cuestionarlo demasiado, que Arabia Saudí disponía de margen de maniobra suficiente para cubrir cualquier incremento de demanda. La realidad de los últimos años (la producción de Arabia Saudí está estancada desde 2005 a pesar del enorme estímulo en los precios, ver el gráfico 3) ha dado al traste con esta suposición. A mí me da la impresión (pero esto ya es sólo una opinión personal) de que a la AIE le viene muy mal no disponer de ese margen de maniobra: sin él tendría que replantearse el escenario general de "business as usual" y reformular todos sus modelos de predicción "as usual". Siendo así, no sería de extrañar que intentara buscarlo en cualesquiera otros lugares que pudieran parecer prometedores, como por ejemplo el tight oil de Estados Unidos. En cualquier caso, lo que es un hecho es que las predicciones de la AIE pueden tender a ser demasiado optimistas, como lo han sido las de Arabia Saudí de los últimos años.

Resumiendo: es posible que Estados Unidos se convierta en el mayor productor de petróleo del mundo a partir de 2017 y durante aproximadamente una década, pero para que esto suceda es necesario que a) la producción de los yacimientos de tight oil se incremente durante unos 5 años al mismo ritmo que lo ha hecho en 2009-11 y b) la producción de Rusia y Arabia Saudí debe seguir estancada como en los últimos años. Hay bastante incertidumbre sobre si (a) es materialmente posible y para que sea económicamente viable es necesario que el petróleo mantenga precios tan altos o más que los actuales, es decir, que siga siendo globalmente escaso (en términos relativos a la demanda) y esto enlaza con el requisito (b).

Las perspectivas para Estados Unidos son halagüeñas: gracias al incremento de producción de petróleo y de gas natural parece evidente que puede mejorar mucho su posición en el mercado global de la energía, ya de por sí mucho mejor que la de Europa o Japón. Producir petróleo caro es mucho mejor que importarlo: al menos la actividad económica de la producción se queda en casa. Pero para los países no productores, como los de la Eurozona o Japón, me parece que el panorama no va a cambiar mucho.

Actualización 03-01-2013:

He incluido la referencia al artículo de Robert Rapier y suprimido la denominación de shale oil para el petróleo de formaciones compactas, de acuerdo con las explicaciones ofrecidas en dicho artículo. 

Fuentes:

La presentación de la AIE se puede encontrar aquí:
http://www.iea.org/aboutus/whatwedo/

La web del WEO 2012, en la que se puede descargar la presentación a la prensa y el informe completo (este previo pago, yo no lo he consultado) es esta:

http://www.worldenergyoutlook.org/publications/weo-2012/#d.en.26099

Los siguientes son enlaces a noticias que recogen la previsión de que Estados Unidos se convertiría en el primer productor mundial de petróleo en 2017:

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/12/22/actualidad/1356206644_070061.html
http://economia.elpais.com/economia/2012/11/12/agencias/1352719078_518453.html
http://www.expansion.com/2012/11/14/empresas/energia/1352908050.html?a=a1d9aeb68895a289ddd7f219714a6c75&t=1353009327
http://www.nytimes.com/2012/11/13/business/energy-environment/report-sees-us-as-top-oil-producer-in-5-years.html?_r=1&hp=&adxnnl=1&adxnnlx=1356808420-MZIey7Uhm+tgo6lBpPUoxw
http://www.businessweek.com/articles/2012-11-12/u-dot-s-dot-the-new-saudi-arabia-peak-oilers-scoff#disqus_thread).


Todos los datos de producción de petróleo, salvo indicación en contrario, se han obtenido de BP Statistical Review of World Energy June 2012, que puede encontrarse aquí:
http://www.bp.com/sectionbodycopy.do?categoryId=7500&contentId=7068481

Para las tasas de agotamiento de los pozos de tight oil de Bakken se puede ver, por ejemplo:
Mason, 2012. Oil Production Potential of the North Dakota Bakken 

El artículo de Kjell Aleklett citado se puede encontrar aquí:
http://www.peakoil.net/headline-news/an-analysis-of-world-energy-outlook-2012-as-preparation-for-an-interview-with-science

El artículo de Rober Rapier Does the U.S. really have more oil than Saudi Arabia? está aquí:
http://www.theoildrum.com/node/9753

martes, 18 de diciembre de 2012

El sueño de la desmaterialización

Este chascarrillo ya lo he utilizado en alguna otra parte de este blog: el único gremio intelectual en el que aún podemos encontrar personas que niegan la esfericidad de la Tierra es el de los economistas. Y es que una Tierra esférica es necesariamente limitada, y la idea de una Tierra limitada no se acomoda bien en la mente de muchos economistas. Luis Garicano podría ser uno de ellos a juzgar por un reciente artículo suyo en el blog Nada es Gratis, del que reproduzco algunas frases:

"NO creo que nos enfrentemos, ni en 10, ni en 50 ni en 100 años a un problema de recursos físicos limitados"

"No hay ningún problema de escasez a nivel global- y cuando se produzca una escasez en un recurso, subirá gradualmente el precio de la materia prima correspondiente y empezarán a (1) generarse sustitutos y a (2) usar menos de esa materia prima por incrementos de eficiencia y (3) a encontrarse nuevas y no “accesibles”, al precio anterior, fuentes de materia prima"

"Nos enfrentamos [...] a un problema demográfico enorme, pero este no por ser demasiados los que nacemos, sino por ser demasiado pocos"

Por lo general tengo tendencia a asociar este tipo de afirmaciones con actitudes intelectuales marcadas por el candor o por la frivolidad. Pero el caso es que Luis Garicano no es un economista cualquiera. Baste decir que, según su CV publicado en internet, es doctor en ciencias económicas por la University of Chicago, ejerce como profesor titular en la London School of Economics y es autor de numerosos trabajos publicados en medios especializados. Sírvanme estos datos como acicate para refrenar mi tendencia imprudente y, en cambio, dedicar un poco de tiempo y de esfuerzo a reflexionar sobre sus opiniones. 

Para ser justo diré que el planteamiento de los economistas "terraplanícolas" es un poco más sofisticado que el que se desprende del chascarrillo con el que he abierto este artículo. No es tanto la idea de una Tierra limitada como la idea de una Tierra limitante la que muchos economistas se resisten a incorporar a sus esquemas mentales. Podrán aceptar que muchos recursos son limitados, aunque perciban los límites mucho más alejados y sorteables de lo que a algunos nos parece razonable, pero aun así, sostendrán que la economía puede crecer indefinidamente (y exponencialmente) a pesar de esos límites. 

El mecanismo por el cual la economía es capaz de crecer (es decir, de crear más y más bienes y servicios) sin necesidad de consumir más recursos materiales es lo que se conoce como "desmaterialización" de la economía. Y esta posibilidad existe porque, como nos recuerda Garicano en el artículo citado "nuestro consumo cada vez requiere menos recursos". ¿Es esto verdad?. Puede ser, y el artículo de Garicano lo ilustra con varios ejemplos y un enlace a una página significactivamente titulada The Weightless Economy (pero extrañamente no actualizada desde hace siete años). Esta "economía sin peso" incluye, por ejemplo, los productos y servicios que han aparecido gracias a las nuevas tecnologías de la información, productos y servicios que consisten, literalmente, en "1's y 0's [...] inmateriales, que no pesan y sólo consumen la electricidad que cuesta cargar los aparatos". Es fácil dejarse seducir por los encantos de esta economía sin peso. Garicano la hace más sugestiva proponiendo una comparación muy adecuada para estas fechas: cuánto pesan hoy en día nuestros regalos de navidad y cuánto pesaban hace 10 años. 

Acepto el reto. Pero en vez de 10 años me remontaré cerca de 40, para recuperar la memoria del Scalextric que me trajeron los reyes allá por la época de Cuéntame. Algo parecido a esto: 



Esta navidad, en cambio, los reyes podrían traerme, por ejemplo, un tablet. Es decir, uno de esos dispositivos elegantes, livianos y casi mágicos con el que podría aprovechar enormes cantidades de 1's y 0's inmateriales, convenientemente ordenados para formar música, documentos, juegos, películas, etc. Veo en los catálogos de internet que un tablet pesa normalmente entre 300 y 600 gramos, a lo que habría que sumar el peso del cargador y tal vez el de algún que otro accesorio. Y aunque no sé cuánto pesaba la caja de mi Scalextric, concedo que muy bien podría ser 10 veces más. Así que tendré que dar la razón a Luis Garicano y hacerme terraplanícola de una vez por todas... Pero, un momento, no nos precipitemos, vamos a pensar esto con un poco de calma, porque se me ocurren unas cuantas preguntas:
  • ¿Cuánto durará el tablet? Porque mi Scalextric, con pequeñas ampliaciones y sustituciones, duró una pila de años. Los juguetes de la época de Cuéntame mantenían plena su vigencia año tras año y sólo la perdían cuando el niño se hacía demasiado mayor, momento en el cual el juguete podía pasar a un hermano pequeño o a un niño de otra familia. Los cachivaches de hoy en día se quedan obsoletos en menos de dos años, sólo porque aparecen nuevas versiones supuestamente mucho más atractivas. Intenta pasarle al hermano pequeño el dispositivo que estuvo de moda las navidades pasadas, a ver con qué cara te mira. Y entonces ¿qué consumo pesa más, el de un objeto de 5 kg que dura diez años, o el de un objeto de 500 g que dura un año?
  • ¿De qué materiales está hecho el tablet? Porque mi Scalextric era básicamente plástico, algo de cobre y otros metales corrientes y poco más. Los dispositivos electrónicos actuales llevan, además de plástico, una variedad de materiales mucho más sofisticados, de esos que para su composición recurren a los lugares menos frecuentados de la tabla periódica. Las materias primas son, muchas veces, raras y por tanto obtenerlas y procesarlas lleva más trabajo. ¿Cuánta tierra hay que mover para sacar 1 kg de coltán?. Mover tierra es una de las cosas más materiales que se me ocurren dentro de la actividad económica. Y no querría entrar aquí en el escabroso asunto de las calamidades del coltán.
  • ¿De dónde viene el tablet? Pues de China, de dónde va a ser. Primero los materiales viajarán a China desde varias partes del mundo y de allí, una vez ensamblados, viajarán hasta mi casa. Mi Scalextric también vino de Oriente: me lo trajeron Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente. Pero seguro que no hizo tantos kilómetros. Los Scalextric que se comercializaban en España los fabricaba Exin en su fábrica de Barcelona. 
  • ¿De dónde salen los 1's y 0's que alimentarán el tablet? Pues de la "nube", claro. Y dicho así -la nube- la sensación de levedad se acentúa. Pero la nube no es inmaterial: se soporta en un conjunto enorme de servidores diseminados por todo el mundo, conectados por cables de fibra óptica o por satélites o por otros sistemas, todos ellos muy materiales (¿cuánta energía cuesta poner un satélite en órbita?). Estamos hablando de hardware, y la palabra ya no evoca tanta liviandad.  Es cierto que la carga material de todo este hardware se reparte entre los muchos usuarios que somos. Pero también es cierto que como el tráfico de 1's y 0's es cada vez más intenso (se trata de crecer, por si no lo había dicho aún), los componentes de este sistema se quedan pequeños cada dos por tres. Y en este tipo de cosas pequeño muchas veces es sinónimo de obsoleto: ampliar no vale, hay que sustituir. 
  • ¿Cuánta electricidad hace falta para que yo pueda disfrutar del tablet? Pues la necesaria para cargar la batería, ya nos lo ha dicho el señor Garicano. Pero ¿y la nube? Pues es verdad, todos esos servidores, repetidores, etc. también consumen electricidad, y en cantidades que no creo que sean despreciables. Mi Scalextric consumía la electricidad que necesitaba el transformador-rectificador para alimentar los 12V y 1,5A de corriente continua que hacían correr a los coches por la pista, pero nada más.
  • Y una cosa más, ¿qué pasa con todas esos dispositivos y componentes que se quedan obsoletos? Pues que se convierten en basura informática, toneladas y toneladas de basura que no conviene depositar de cualquier manera porque contiene materiales sofisticados, de esos que muchas veces también son contaminantes. No depositarla de cualquier manera significa emplear recursos en procesarla adecuadamente o bien, emplear menos recursos en llevarla a donde sí podemos depositarlos de cualquier manera sin que nos incomode. Hay muchos lugares de África que cumplen este requisito y donde, de paso, algunas gentes se machacan la salud para ganar unos euros recuperando el cobre y otros metales con métodos rudimentarios. Un tipo de trabajo que muchos mineros del coltán tal vez envidiarían.
En fin, que yo no veo nada claro eso de que nuestro consumo cada vez requiera menos recursos. Y eso que sólo hemos hablado de mover 1's y 0's de un lado a otro por la "nube", una de las partes de la economía que parece más fácil de "desmaterializar". Qué decir, por ejemplo, de la producción de alimentos, especialmente si uno se apunta a la teoría de que nuestro grave problema demográfico viene de que nace demasiada poca gente. Yo, de momento, me voy a mantener en el bando de los que consideramos que la Tierra es redonda.

Fuentes:

El artículo citado del blog Nada es Gratis está aquí:
http://www.fedeablogs.net/economia/?p=26234v

El CV de Luis Garicano puede verse aquí:

http://www.garicano.com/index_files/vita.pdf

La foto del Scalextric la he tomado de www.todocoleccion.net


viernes, 7 de diciembre de 2012

Manzanas, peras y petróleo

Hace unos pocos días el Eurogrupo autorizó el desembolso de casi 37.000 millones de euros para "rescatar" la banca nacionalizada española. Es una enorme inyección de dinero: tocamos a unos 800 euros por español, que no está nada mal. Se supone que nos hace falta para sanear nuestro maltrecho sistema financiero. Pero ojo, no es ningún regalo, es un préstamo: aunque las condiciones son, nos dicen, muy favorables, tendremos que devolver hasta el último céntimo.

Ahora voy a proponer un ejercicio de imaginación. Supongamos un mundo imaginario, el mundo A, en el que nuestra banca nacionalizada no recibe esos 37.000 millones del Eurogrupo pero, en cambio, nuestra economía recibe por la vía que sea una inyección de 30.000 millones de euros contantes y sonantes que, además, no tenemos que devolver: son nuestros desde el momento que llegan. Podría ser, por ejemplo, que nuestras exportaciones son más apreciadas por ahí fuera y nos las pagan a un precio sustancialmente mayor. Hagámoslo más bonito aún: en el mundo A nuestra economía viene recibiendo inyecciones como la de este año desde 2005; las cuantías son variables pero hasta 2011 suman 150.000 millones. Además, está previsto que las siga recibiendo en los próximos años. El resto de circunstancias que condicionan nuestra economía, en cambio, son iguales en el mundo A y en la realidad: el mercado laboral es igual de adecuado o inadecuado, el sistema monetario es igual de adecuado o inadecuado, la organización administrativa del estado es igual de adecuada o inadecuada, etc¿Cómo sería la crisis en el mundo A?¿Necesitaríamos un rescate bancario?¿A cuánto ascendería el déficit público?¿Y la deuda privada?¿En qué nivel estaría la prima de riesgo?¿Estaríamos hablando de subidas de impuestos, de recortes en pensiones, del euro por receta?¿Cuánto paro tendríamos? Sean cuales sean las respuestas concretas, sin duda el panorama sería muchísimo más halagüeño que el que por desgracia tenemos en el mundo real.

Imaginemos ahora otro mundo más, el mundo B. Como en el mundo A y como en la realidad, en el mundo B nuestra economía sufre las mismas supuestas inadecuaciones del mercado laboral, el sistema monetario, etc. Como en el mundo A pero a diferencia de la realidad, en el mundo B tampoco recibimos el préstamo de 37.000 millones para ayudar al sistema bancario. En cambio, en el mundo B el petróleo, en lugar de haber disparado su precio a partir de 2004, se ha mantenido a un precio más o menos constante (en términos reales) desde el comienzo de los años 2000, es decir: unos 30 dólares por barril (dólares de 2011). Recordemos que en el mundo real en 2008 se superaron los 100 dólares por barril y después de fuertes altibajos en 2009 y 2010 (pero siempre bastante por encima de los 30 dólares), seguimos claramente por encima de 100.

Para hacernos una idea de cómo sería el mundo B pensemos que nuestra economía consume alrededor de 1,5 millones de barriles diarios, que vienen a ser 550 millones de barriles anuales (tocamos a 12 barriles de petróleo al año cada uno, no está mal), y tengamos en cuenta que ese petróleo tiene que ser importado porque aquí apenas tenemos. Con esto y unos números sencillos se puede comprobar que el mundo imaginario B es completamente equivalente al mundo imaginario A. En el mundo B la inyección económica viene en forma de ahorro en la factura del petróleo. Para ilustrarlo, ahí va el gráfico siguiente.


Gráfico 1. Consumo de petróleo de la economía española en miles de barriles diarios, precio del petróleo (dólares 2011) y sobrecoste de las importaciones de petróleo respecto a un escenario de 31 dólares por barril en millones de euros. El precio se ha multiplicado por 10 para adecuarlo a la escala del eje.

El petróleo no es un producto cualquiera. Por el contrario, es central en nuestra economía (y en cualquier economía desarrollada): proporciona el 50% de la energía primaria que se consume en España y es esencial para el transporte de mercancías y personas, para el funcionamiento de la maquinaria agrícola y de obra civil y para muchos y variados procesos industriales. Siempre que nuestra economía recorre la senda del crecimiento, el consumo de petróleo crece. 

Si sube mucho el precio de las manzanas, dejaremos de comprar tantas manzanas y comeremos más peras. Esto es así porque las manzanas sí son un producto cualquiera (con todos mis respetos para los productores de manzanas): es sencillo organizarse para reducir su consumo. Los economistas dirían que la demanda de manzanas es elástica. Con el petróleo las cosas son distintas: los economistas dirían que la demanda de petróleo es inelástica. Yo lo diré de otra manera: si sube mucho el precio del petróleo, nos endeudaremos todo lo que nos dejen para seguir consumiendo tanto petróleo como demande la economía (eso hicimos entre 2004 y 2007) y, cuando ya no nos den más crédito, nos resignaremos a consumir menos petróleo y aceptar la consiguiente recesión económica (así viene siendo desde 2008). Y esto sea como sea el mercado de trabajo, el sistema monetario, el tamaño de la administración pública, etc., etc., etc.

Fuentes:

Los datos de precio y consumo de petróleo en España se han extraído de BP Statistical Review of World Energy 2012 que se puede obtener en:
http://www.bp.com/sectionbodycopy.do?categoryId=7500&contentId=7068481
 






jueves, 29 de noviembre de 2012

El término técnico para “afectados por el cambio climático” es “la gente”

Eso dice el periodista Michael Grunwald en un artículo publicado en el número de 19 de Noviembre de la revista Time, titulado Sandy Ends the Silence. En efecto, ya no se trata de que en Bangla Desh vayan a padecer monzones especialmente severos, o que los habitantes de remotos atolones del Pacífico vayan a  perder sus hogares por la elevación del nivel del mar, o que los esquimales vayan a tener que abandonar su modo de vida tradicional por el deshielo del Ártico. Ahora, además y por desgracia, los urbanitas de Nueva York han sufrido los efectos catastróficos del huracán Sandy y los agricultores del Midwest estadounidense han perdido prácticamente toda la cosecha de maíz en una de las peores sequías que se recuerdan (aunque en el Midwest no es previsible, de momento, que nadie muera de hambre por las sequías como sí pasa en el Sahel).

Pero, un momento... Huracanes y sequías ha habido desde siempre ¿no?. ¿Por qué entonces tenemos que sacar a colación el cambio climático?. El argumento de Grunwald es sencillo. Para hacerlo mío, lo cuento con un ejemplo distinto. Yo he tenido caries toda la vida, pero si dejo de lavarme los dientes con regularidad seguramente tendré más. Si dejo de lavarme los dientes y se me pican cuatro muelas, alguien (un dentista, por ejemplo) me podrá decir: eso es por no lavarte los dientes. Y yo podría replicar: pero ¡qué va!, si yo he tenido caries desde siempre...

Hoy por hoy la acumulación de evidencias es ya tal que negar el cambio climático es casi como negar la evolución. De lo cual se colige que siempre habrá gente que niegue el cambio climático. Hace unos días ha aparecido un ejemplo significativo: en una entrevista al hilo de la conferencia de Naciones Unidas sobre cambio climático que se está celebrando en Qatar, Daniel Cano, presidente del la AEMET, Agencia Estatal de Meteorología, declara:"Mi opinión es que no sabemos lo suficiente para asegurar las cosas que se están asegurando. El concepto del cambio climático es muy amplio, muy ambiguo científicamente hablando. Evidentemente, siempre se está en un cambio climático porque el clima es una cosa cambiante".


Entre tanto ni más ni menos que el Banco Mundial ha publicado un informe demoledor sobre el asunto, con el significativo título Turn Down the Heat: Why a 4ºC Warmer World Must Be Avoided. El capítulo 2 del informe se dedica, precisamente, a las cosas que sabemos y se introduce así: “Existe un creciente y bien documentado conjunto de evidencias relacionadas con los cambios observados en el clima y los impactos que pueden ser atribuidos al cambio climático inducido por el hombre” (mi traducción). No me resisto a comentar algunas de las evidencias aportadas:
  • La concentración de CO2 no ha parado de subir desde que hay registros. El gráfico 1 habla por sí mismo. De paso, el informe nos cuenta también que, según evidencias geológicas y paleo-climáticas, las concentraciones actuales de CO2 son las más altas de los últimos 15 millones de años. Así se lo pone muy fácil a los negacionistas que además sean creacionistas: como según el relato bíblico la Tierra y todo lo demás fue creado hace sólo unos pocos miles de años, esta afirmación carece de sentido.  
Gráfico 1: evolución de la concentración de CO2 atmosférico en el observatorio de Mauna Loa. La línea negra representa los promedios anuales.
  • La temperatura media de la superficie terrestre aumenta. "La mayor parte del calentamiento global observado desde mediados del siglo XX es debido con toda probabilidad al incremento observado en las concentraciones de gases de efecto invernadero de origen antrópico" (mi traducción). Actualmente el incremento de la temperatura media global es de alrededor de 0,8 ºC sobre los niveles preindustriales. En esto coinciden plenamente los datos elaborados por agencias y organismos diversos: NASA y NOAA de Estados Unidos, Climate Research Unit británica, etc. Dicho sea de paso, hablamos de una liga distinta a la que juega la agencia presidida por Daniel Cano.

Gráfico 2. Evolución de la anomalía de temperatura global (base 1980) según CRU. Fuente: http://www.cru.uea.ac.uk/es

  • El nivel de los océanos se ha elevado unos 20 cm desde mediados del siglo XIX. Actualmente lo hace a una tasa de unos 3,2 mm/año.
  • Los océanos se están acidificando como consecuencia directa del incremento de concentración de CO2 disuelto, procedente del intercambio con la atmósfera.

Gráfico 3. Concentración media de CO2 en la atmósfera y concentración media de CO2 y pH en el agua de mar.


  • El hielo ártico está desapareciendo a un ritmo inusitado. Sobre esto escribí una entrada en este blog hace un par de meses. Aquí me limitaré a reproducir otro gráfico.
Grafico 4. Extensión de la superficie de hielo oceánico ártico en 2007-12 y comparación con el promedio 1979-2000.
  • La frecuencia y severidad de las olas de calor estivales en el hemisferio norte está aumentando de forma muy notable. Sirva como ejemplo el siguiente dato: los 5 veranos más calurosos en Europa desde el año 1500 han sido los siguientes: 2010, 2003, 2002, 2006 y 2007, en orden decreciente.
  • etc.
Todas estas son cosas que sabemos de forma fehaciente. Y son más que suficientes para asegurar unas cuantas cosas, a saber: el clima está cambiando, el cambio es hacia un calentamiento global y un incremento de los fenómenos extremos, la tasa de cambio es más rápida de lo que cabría esperar en una dinámica natural, la causa de ese cambio es con toda probabilidad la actividad humana y, en particular, la emisión de gases de efecto invernadero. Y lo que sabemos sobre cómo funcionan nuestras sociedades y cómo dependemos del clima es suficiente también para afirmar que el cambio climático, en conjunto, no nos va a sentar nada bien. A partir de ahí, que cada uno ponga toda la ambigüedad "científicamente hablando" que le apetezca.

Fuentes:

La cita original de Michael Grunwald es: “[...] the technical term for people affected by climate change is people” (cursiva en el original)

La entrevista a Daniel Cano, de Europa Press, está publicada aquí:
http://www.europapress.es/epsocial/politica-social/noticia-daniel-cano-presidente-aemet-no-sabemos-suficiente-saber-va-pasar-cambio-climatico-20121125123315.html

El informe del Banco Mundial se puede encontrar aquí:
http://climatechange.worldbank.org/sites/default/files/Turn_Down_the_heat_Why_a_4_degree_centrigrade_warmer_world_must_be_avoided.pdf
Todos los gráficos que se muestran en el artículo se han extradio de dicho informe, salvo que se indique otra fuente.


domingo, 18 de noviembre de 2012

Crecer en tiempos revueltos

Recientemente he leído la transcripción de una conferencia pronunciada por Jesús Fernández-Villaverde para el Club Empresarial ICADE en Madrid el pasado 21 de septiembre, titulada La salida de la crisis: cómo y cuándo.

La conferencia, de lectura muy interesante, pasa revista una serie de carencias estructurales e institucionales de la sociedad española, desde el exceso de endeudamiento público y privado hasta el creciente envejecimiento de la población, pasando por las deficiencias de la educación o del mercado laboral. La motivación de este repaso se explica al comienzo de la conferencia: España creció muy deprisa durante la segunda mitad del siglo XX, acercándose a las economías más avanzadas, pero a finales de los años 1990 nuestro modelo de crecimiento se había agotado. Y parece que no nos dimos cuenta, porque a partir de entonces nos dedicamos a construir urbanizaciones como posesos en lugar de aprovechar la bonanza económica para "establecer las bases del crecimiento económico para las próximas décadas".

No sé muy bien cómo puede hacer una sociedad para establecer las bases del crecimiento económico para las siguientes décadas. Pero si nos ponemos a una tarea tan difícil, ¿por qué crecimiento?¿No suena mejor establecer las bases del bienestar económico para las siguientes décadas?¿Es que es el crecimiento más importante que el bienestar? Después de haber alcanzado los niveles de actividad económica de los primeros años 2000, ¿tanto necesitamos seguir creciendo? Me temo que la respuesta es sí, al menos en nuestro modelo de sociedad. Porque en nuestras sociedades el bienestar y el crecimiento económico están ligados indisolublemente. Sólo generando cada año más bienes y servicios per capita que el año anterior podemos evitar entrar en crisis (ver, por ejemplo, el artículo The show must grow on  en este mismo blog). Y sólo si evitamos entrar en crisis, podemos mantener el nivel de bienestar general de la sociedad. En definitiva: nuestras sociedades son rehenes del crecimiento económico.

El pensamiento económico predominante parece haber interiorizado completamente la identificación entre crecimiento económico y bienestar hasta el punto de que este, el que de verdad debería importarnos, simplemente se omite en favor de aquel, el que se considera su fuente única. También parece bien instalado en el pensamiento económico predominante lo que podríamos llamar “paradigma del crecimiento”: el crecimiento económico continuado es la situación natural de cualquier economía saludable. Las fases de decrecimiento o de crecimiento débil se perciben como perturbaciones que deben ser corregidas o absorbidas para recuperar la normalidad de la senda del crecimiento. Si un modelo de crecimiento se agota, hay que buscar otro que lo sustituya. Y que nos sirva para crecer no un año ni dos sino durante las siguientes décadas. Aquí no me resisto a echar una cuenta sencilla: un crecimiento del 3% anual sostenido durante 3 décadas supone multiplicar el tamaño de la economía por un factor de 2,4.

Con todo, algunos economistas se atreven a cuestionar el paradigma del crecimiento. Uno de ellos es Robert J. Gordon, autor de un “working paper” del National Bureau of Economic Research de Estados Unidos publicado el pasado mes de agosto con el título Is U.S. Economic Growth over? Faltering Innovation Confronts the Six Headwinds. El artículo, centrado en la economía estadounidense pero más o menos trasladable a todas las economías desarrolladas, plantea tres ideas que yo resumo así:
  • El crecimiento económico, lejos de ser natural o normal, podría ser una excepción histórica de los últimos dos siglos y medio, y tarde o temprano podríamos volver a la normalidad del no crecimiento.
  • Como tantas otras cosas, el crecimiento económico está sometido a la ley de los rendimientos decrecientes. Es decir, a partir de cierto nivel de desarrollo económico, crecer más es cada vez más difícil.
  • Además de la ley de los rendimientos decrecientes, las economías avanzadas se enfrentan actualmente a obstáculos adicionales al crecimiento: envejecimiento de la población, estancamiento de la educación, incremento de la desigualdad, globalización, limitaciones medioambientales y en el uso de la energía y alto nivel de endeudamiento.
Los rendimientos decrecientes que ve Gordon se refieren al impacto de la innovación. Aunque el ingenio humano no se agota y aparecen novedades tecnológicas continuamente, el efecto de estas en la productividad y en el incremento del nivel de vida es, a partir de cierto punto, cada vez menor. El impacto de las grandes innovaciones del siglo pasado (el agua corriente, la electricidad, el automóvil, la aviación comercial, la petroleoquímica, las telecomunicaciones, la automatización de procesos industriales, etc.) fue enorme a medida que estas se fueron generalizando. Concluido este proceso, el listón queda muy alto para las nuevas tecnologías. El smartphone, la wii, Facebook o, dejando a un lado la caricatura, la informática, el comercio “on line” o la banca electrónica no han alcanzado a tener un impacto tan alto, según el análisis de Gordon. Para ilustrarlo reproduzco uno de los gráficos de su artículo.

Evolución de la productividad del trabajo en Estados Unidos desde 1948. La línea verde es la tendencia hasta 1972, que correspondería al ritmo de crecimiento asociado a las innovaciones de la “segunda revolución industrial” (electricidad, automóvil, etc). Después de 1972 el ritmo de incremento de productividad languidece con un breve episodio de reactivación entre 1996 y 2004, que Gordon atribuye a las innovaciones de la “tercera revolución industrial” (internet, comercio electrónico, etc.). Su efecto es comparativamente mucho menor y menos duradero. Fuente: Gordon.

En este punto pienso que esta ley de los rendimientos decrecientes para el crecimiento económico podría explicar por qué países como China, a la que presumo carencias estructurales e institucionales más graves que las que Fernández-Villaverde identifica en España, está creciendo y crecerá aún durante muchos años a un ritmo mucho mayor que el de las economías avanzadas. China parte de más abajo: su economía todavía está sintiendo el impacto de las innovaciones tecnológicas de la revolución industrial.

Tal vez economistas como Gordon estén en lo cierto y no debemos esperar mucho más crecimiento en las economías más avanzadas. Si es así, no es sólo el modelo de crecimiento de España el que se ha agotado. Si es así, el modelo que se ha agotado es el de bienestar dependiente del crecimiento económico, tanto para España como para el resto de países superdesarrollados del primer mundo. Y si es difícil que una sociedad se siente a establecer las bases del crecimiento para las siguientes décadas, cuánto más difícil será que nos sentemos a establecer las bases del bienestar con crecimiento limitado o nulo.

Fuentes:
La transcripción de la conferencia de Jesús Fernández-Villaverde La salida de la crisis, cómo y cuándo puede encontrarse aquí:
El artículo de Robert J. Gordon Is U.S. Economic Growth over? Faltering Innovation Confronts the Six Headwinds puede encontrarse aquí (precio 5 dólares):
o aquí (gratis):

sábado, 27 de octubre de 2012

Los PIIGS y el petróleo

PIIGS es la denominación un tanto despectiva con la que frecuentemente se alude a ese conjunto de países de la periferia de Europa que parece que están  pasando por los peores apuros económicos en comparación con el resto de socios europeos. En 2010 y 2011 Grecia, Irlanda y Portugal, por ese orden, requirieron y recibieron sendos “rescates”. En España parece que la hora de nuestro “rescate” va a llegar más pronto que tarde. Italia se bandea más o menos y quizás se libre (esto nos dejaría al resto con un calificativo ya sí descaradamente ignominioso), pero ha tenido que pasar por la destitución de un gobierno salido de unas elecciones y su sustitución por otro de carácter excepcional.

¿Qué tenemos en común estos cinco países para estar llevando tan mal la crisis económica? Ahí va una idea: la dependencia del petróleo. Y para apoyarla he elaborado el gráfico 1, que muestra para diversos países de la Unión Europea qué porcentaje del consumo total de energía primaria se obtuvo a partir de importaciones de petróleo en el periodo 2004-08. Los países faltantes lo son porque no tienen datos en la fuente consultada (son significativos los casos de Bélgica y Luxemburgo: este falta en algunas tablas y en otras aparece agregado a Bélgica).
Gráfico 1. Porcentaje del consumo de energía primaria dependiente de importaciones de petróleo, años 2004-2008. Calculado como consumo de petróleo neto (consumo - producción) dividido por consumo total de energía primaria. Los PIIGS se han señalado con color diferente. Elaborado a partir de datos de BP Statistical Review of World Energy June 2012.

Creo que el gráfico habla por sí mismo. Con la excepción de los Países Bajos, los PIIGS copan las primeras posiciones en dependencia de petróleo importado. Y para ser justos con los Países Bajos, tenemos que mencionar el hecho de que producen gas natural en cantidades muy superiores a sus necesidades, lo que alivia enormemente su dependencia energética exterior. Así que si prescindimos de los Países Bajos lo que nos queda son los PIIGS, y curiosamente en el mismo orden en que han sido o van a ser (probablemente) rescatados.

Así que se diría que la dependencia del petróleo exterior en los años 2004-2008 ha servido para formar una especie de parrilla de salida para la carrera hacia el rescate. Lo cual, en mi opinión, no debe de ser ajeno al hecho de que en el periodo 2004-2008 el precio del petróleo se disparó, como he comentado ya en varias ocasiones y como muestra el gráfico 2.
Gráfico 2. Evolución del precio del barril de petróleo 1990-2011. Elaborado a partir de datos de BP Statistical Review of World Energy June 2012.

Puede ser que los PIIGS tengamos unas administraciones menos eficientes que las de los países del centro y el norte de Europa. Tal vez nuestras clases políticas sean “élites extractivas” más extractivas que las de esos otros países. O quizás la unión monetaria con unas economías más competitivas que las nuestras no haya sido una buena idea. Quién sabe, a lo mejor simplemente somos menos industriosos o más desorganizados por nuestro clima mediterráneo (pero entonces ¿Irlanda?) o por nuestra tradición cultural católica (pero entonces ¿Grecia?. Y ¿Polonia?). Todo eso es posible, pero una cosa sí es segura: los PIIGS somos más dependientes de las importaciones de petróleo. Y en los años previos a la crisis el petróleo se encareció un 150%.

Reconocimientos y fuentes:

La idea de la relación entre PIIGS y dependencia del petróleo se la he tomado a Gail Tverberg, de su blog Our Finite World. Aquí presenta un gráfico muy parecido al mío:
http://ourfiniteworld.com/2012/10/25/an-economic-theory-of-limited-oil-supply/

Los datos de BP Statistical Review of World Energy June 2012 pueden obtenerse aquí:
http://www.bp.com/sectionbodycopy.do?categoryId=7500&contentId=7068481

viernes, 5 de octubre de 2012

En el sótano con un economista

En un comentario reciente a la entrada de este blog Fraude,una visión neoliberal, el comentarista me cita en una crítica no exenta de ironía hacia los economistas y su aparente despreocupación por el agotamiento de los recursos no renovables. Al hilo de esta crítica, me recuerda que la escasez está en la base de la economía y que cuando un bien escasea, se encarece y acaba por ser sustituido por otro más barato.

Y tiene razón: según la visión tradicional de la ciencia económica, la economía consiste en gestionar los recursos escasos. Y en efecto: cuando un recurso escasea su precio se incrementa hasta que aparece otro comparativamente más barato que lo sustituye. Además, si la economía funciona razonablemente bien, el ingenio humano estimulado por los incentivos económicos adecuados encontrará siempre la mejor sustitución posible. Una vez establecido esto, los economistas se pueden abstraer de los detalles técnicos y materiales de esas sustituciones (qué recursos son los que escasean, cuáles son sus posibles sustitutos, qué cambios tecnológicos son necesarios para implementarlas) y, en cambio, dedicarse de lleno a estudiar las condiciones en que se dan esos incentivos económicos adecuados, que es lo que constituye el núcleo duro de su disciplina: la formación del precio, el funcionamiento de los mercados, los sistemas monetarios, los sistemas financieros, etc. Ese es, al fin y al cabo, su trabajo.

Pero de tanto centrarse en ese su trabajo me parece a mí que muchas veces los economistas acaban por olvidarse de la base material de la economía. Recuerdo un chiste que he leído en algún lugar: un grupo de personas se encuentra, por circunstancias que no vienen al caso, atrapado en un sótano oscuro y sin cobertura de móvil. Uno de ellos, preocupado, pregunta: ¿cómo vamos a sobrevivir sin comida? Otro, que es economista, responde: no nos preocupemos por eso, cuando comencemos a tener hambre, nuestra demanda generará la comida que necesitemos... De acuerdo, el chiste es malo, pero retrata un modo de pensar que veo con preocupante frecuencia entre los economistas: el sistema físico en el que se inserta la economía no impone ninguna restricción y es, por tanto, irrelevante en el análisis.

Chistes aparte, comentaré que este aparente olvido de la base material de la economía, que llamaré “olvido de los economistas”, me parece bastante comprensible: durante el último siglo y medio, coincidiendo con el desarrollo de la ciencia económica, la sinergia entre ingenio humano e incentivos económicos ha proporcionado sustituciones capaces de revertir casi cualquier situación de escasez. El petróleo y el gas natural sustituyeron con ventaja al carbón, que a su vez había sustituido a la leña y la tracción animal. Los productos de la industria petroquímica sustituyeron con ventaja al caucho y otros productos naturales. Los fertilizantes químicos sustituyeron con ventaja a los naturales y a los ciclos de cultivo y barbecho, revirtiendo la escasez de tierra cultivable. La aviación sustituyó con ventaja al transporte de viajeros por ferrocarril o barco en las largas distancias, paliando también, entre otras cosas, la escasez de tiempo. Etcétera, etcétera, etcétera. En estas condiciones, ¡qué fácil resulta abstraerse de los detalles materiales de la actividad productiva! Asegurémonos de que los incentivos económicos están en su sitio y todo lo demás funcionará.

El caso es que el funcionamiento espectacular de la sinergia entre ingenio e incentivos económicos ha permitido que unas cuantas sociedades hayan alcanzado unos estándares de vida que encajan mucho mejor con el concepto de sobreabundancia que con el de escasez. Yo de esto me alegro, ya que me ha tocado vivir en una de esas sociedades afortunadas. Pero también me pregunto con inquietud: ¿podemos esperar que este funcionamiento espectacular, esta sucesión de sustituciones a favor de la abundancia, se pueda mantener en el futuro inmediato?. O, dicho de otro modo: ¿podemos esperar que el sistema físico que sustenta la economía no imponga restricciones insalvables a su crecimiento?. Si la respuesta es negativa, el “olvido de los economistas” dejará de ser viable y la ciencia económica tendrá que cambiar (en Economía en un mundo lleno abundo en este asunto). Yo me temo que hay motivos claros para esperar una respuesta negativa. Una forma concisa de explicarlo es esta: la economía se ha hecho demasiado grande en relación con el sistema material que la sustenta, así que estamos comenzando a toparnos con unos límites que ya no podemos (o no deberíamos) obviar por más tiempo. Ahí van dos ejemplos:

  • Dependemos del petróleo y lo necesitamos en cantidades tan enormes que los yacimientos de petróleo convencional, globalmente en declive, ya no pueden suministrarlas. Hoy por hoy no tenemos sustitutos para el petróleo convencional, al menos a precios compatibles con el nivel de actividad económica que necesitamos para no caer en crisis o recesión. Tampoco parece que los vayamos a tener a medio plazo.
  • Dependemos completamente de un recurso bastante intangible pero que está comenzando a escasear de forma alarmante: la estabilidad climática. A ver dónde está el guapo que nos encuentra un sustituto para esto.
Yo tengo para mí que la crisis económica que estamos padeciendo no se puede explicar bien si no se tienen en cuenta los límites naturales para el crecimiento, el primero y más palpable la escasez de combustibles fósiles. Sin embargo, la mayoría de los análisis que veo están presididos por el “olvido de los economistas”. Fraude, el documental al que se refiere el artículo que cito al principio, me parece un ejemplo clarísimo, como lo es también, desde unos planteamientos completamente opuestos, el libro de Krugman ¡Acabad ya con esta crisis! que he comentado en otro artículo (Paul Krugman, el Coyote y la solución keynesiana). En ambos enfoques la base material de la economía, las posibles limitaciones del sistema físico que la sustenta, están completamente ausentes. Lo único que cuenta es el manejo adecuado de los incentivos económicos, bien por el mercado, bien por los gobiernos, según el enfoque que más le guste a cada cual.

viernes, 21 de septiembre de 2012

¿Euro, dólar o kilovatio-hora?

El euro, se dice, tiene defectos graves de diseño institucional. Y estos defectos de nuestro sistema monetario podrían estar detrás de que países como Reino Unido o, en especial, los Estados Unidos de América, se estén defendiendo con mayor facilidad que la Eurozona en esta crisis que dura ya más de cuatro años. Este asunto estuvo muy en boga hace aproximadamente un año, especialmente entre los comentaristas económicos del otro lado del Atlántico, y comoquiera que la zozobra económica de los países del euro persiste, mantiene aún su vigencia. Por ejemplo: lo de “defectos graves de diseño institucional” lo tomo, literalmente, de un artículo de opinión de Ignacio Sánchez Cuenca publicado en El País el pasado 18 de septiembre.

Así que, efectivamente, los problemas de un sistema monetario mal concebido podrían estar pasándonos factura a nosotros, los europeos del euro. No digo yo que no pero tengo la sensación de que debe de haber algo más. Y es que no me puedo quitar de la cabeza la idea de que la economía se mueve no tanto a base de dinero como de energía. Así que, centrándome en Estados Unidos y la Eurozona, me surge la siguiente pregunta: además de la mayor o menor gravedad de los defectos del sistema monetario y otros factores institucionales, ¿hay diferencias importantes en cuanto a la situación energética?. Veamos algunos datos.

Tomo del Statistical Review of World Energy 2012 de BP las series de producción de energía primaria de los últimos 20 años (1992-2011) clasificadas por tipos de fuente: petróleo, gas natural, carbón, energía nuclear, hidroelectricidad y otras renovables. Utilizo los valores en mega toneladas equivalentes de petróleo (Mtep), de manera que los puedo agregar para obtener el total de energía primaria producida. Sí, lo sé, esta agregación es imperfecta. Por una parte las fuentes de energía no son completamente intercambiables: no podemos hacer volar un avión con electricidad y menos aún con carbón. Y también están las pérdidas de conversión: 1 Mtep de carbón utilizado para producir electricidad en una central térmica rinde algo así como 0,4 Mtep de electricidad mientras que 1 Mtep de electricidad hidráulica, nuclear o eólica es 1 Mtep de energía primaria. Sin embargo, creo que la agregación no deja de ser una referencia adecuada para lo que quiero mostrar.

Lo que quiero mostrar es la comparación entre la producción y el consumo de energía primaria de cada economía. El consumo de energía primaria es también el agregado de petróleo, gas, carbón, nuclear, etc. que consume una economía en un periodo de tiempo. Veamos, para empezar, qué pasa en Estados Unidos:


En el gráfico, las bandas de colores representan producción y la línea roja consumo. El espacio en blanco que queda entre ambos es lo que podríamos llamar déficit de energía primaria. Vemos que la economía estadounidense consume más energía primaria que la que  produce. En 2011 necesitó una importación neta de energía primaria del 20% del consumo. Es mucha energía, si bien el ratio ha mejorado sustancialmente en los últimos años: en 2007 fue del 30%. Esta mejora hay que atribuirla en parte a la estabilización o incluso reducción del consumo (y aquí entra la consabida crisis) y en buena medida a la reciente puesta en explotación de los yacimientos de gas de esquisto o shale gas (mediante la  controvertida tecnología de fractura hidráulica o fracking).

¿Y qué tal la zona euro? Pues ahí va el gráfico:


En la zona Euro el desfase entre producción y consumo de energía primaria es tremendo. Y no tiene visos de mejora: sólo las renovables están creciendo de forma sustancial pero representan una fracción mínima del total. Así que la economía del euro depende completamente de fuentes externas de energía. Por ejemplo: en 2011 el déficit de energía primaria representó un 65% del consumo. Comparado con el 20% de Estados Unidos es una diferencia más que notable.

No quiero decir con esto que la escasa disponibilidad de energía sea la explicación de todos los males de la economía de la Eurozona. Pero vivimos una época de escasez energética, escasez, no me cansaré de repetirlo, relativa: necesitamos cantidades enormes de energía para mantener el funcionamiento de nuestra civilización. En otras palabras: vivimos en una época de carestía energética. En un contexto así depender de fuentes externas de energía complica mucho las cosas. Y si no, imaginemos por un momento que fuera Estados Unidos el que necesitara un 65% de energía primaria del exterior o que los países del euro pudiéramos autoabastecernos en un 80%. O que de repente apareciera un yacimiento gigantesco de petróleo y los precios volvieran a los 30 dólares por barril de los primeros años 2000.

Y, a todo esto, ¿qué pasa con China? Pues ahí va el gráfico también, esta vez sin comentarios.





Fuentes:
El artículo de Ignacio Sánchez Cuenca que cito es La gran confusión y está en:
http://elpais.com/elpais/2012/09/17/opinion/1347878655_731776.html
Los datos del BP Statistical Review of World Energy 2012 se pueden descargar en:
http://www.bp.com/sectionbodycopy.do?categoryId=7500&contentId=7068481

domingo, 16 de septiembre de 2012

No estamos quedando sin hielo...¿Seguimos con la fiesta?

A lo largo de este verano el fenómeno natural del deshielo en la región del Ártico ha aparecido un par de ocasiones en los medios y yo vaticino una más en breve. Naturalmente estas apariciones han tenido mucha menos visibilidad que otros asuntos de mayor impacto como los altibajos de la prima de riesgo, los progresos en el medallero olímpico o, más recientemente, el estado anímico de Cristiano Ronaldo. En el caso del hielo de la región ártica, la noticia es que está desapareciendo. Las dos ocasiones que mencionaba antes son estas:

- El 24 de Julio se difundió la noticia de que el 97% de la superficie glaciar de Groenlandia había entrado en fusión simultáneamente, una situación sin precedentes en los 30 años con datos de observación satelital.
 
Figura 1. La extensión de hielo en fusión sobre Groenlandia el 8 de Julio de 2012 (izquierda) y el 12 de Julio de 2012 (derecha). Prácticamente toda la superficie de hielo entró en fusión en 4 días. Fuente: NASA (www.nasa.gov)

- El 26 de agosto se batió el record absoluto de extensión mínima del hielo oceánico del Ártico. El anterior record databa del 18 de septiembre de 2007 y en su momento también tuvo una modesta presencia mediática.
 
Figura 2. Ciclo anual de extensión de hielo en el océano ártico, 1979-2011 y 2012 hasta 11 de septiembre. La línea amarilla es 2012. El resto de líneas están coloreadas con una gradación de azul a rojo con rojo para los años más recientes.

Lo llamativo de esta última noticia es que por esas fechas aún quedaban 3 o 4 semanas de deshielo estival, así que la extensión de hielo ártico ha seguido reduciéndose y todavía lo hará durante algunos días más hasta alcanzar el habitual mínimo del final del verano. Lo que no será habitual ni de lejos va a ser la magnitud de ese mínimo. El record de 2007, que se igualó en 2011, va a quedar ahora totalmente pulverizado. Esta es la noticia pendiente que vaticino y que me imagino que tendrá una repercusión también muy discreta.

Con los datos disponibles a fecha de hoy, es verosímil pronosticar que en 5 años podremos ver septiembres con el Ártico libre de hielo oceánico. Reproduzco el gráfico siguiente del interesante y variado blog de Stuart Staniford Early Warning  (earlywarn.blogspot.com), con sus nada descabelladas extrapolaciones de los datos de volumen mensual de hielo.

 
Figura 3. Series de volumen de hielo oceánico ártico por meses y ajustes cuadráticos para los meses de Julio a Diciembre. Tomado del blog Early Warning, de Stuart Staniford.

Muy bien, pero ¿este asunto es importante? Hay varias maneras de verlo. Los partidarios del “business as usual” o, por decirlo así, de continuar con la fiesta a toda costa se fijan sobre todo en las oportunidades: un Ártico sin hielo abre nuevas rutas marítimas y propicia la explotación de yacimientos de petróleo antes difícilmente accesibles. Sobre los posibles inconvenientes lo normal es que se los despachen con envidiable desparpajo. Al fin y al cabo, nadie necesita que haya osos polares para llevar una buena vida y, por otra parte, los esquimales que aún cazan focas para alimentarse encontrarán sin duda otros medios de vida (lo cual, dicho sea de paso, podría hasta beneficiar su salud: cada vez hay más indicios de que, debido a la contaminación global, comer foca incrementa peligrosamente la acumulación de mercurio en el organismo. Ver por ejemplo AMAP Assesment 2011: Mercury in the Arctic).

Sin embargo, hay otra visión mucho menos optimista, y no sólo porque pueda valorar de otro modo la gravedad de la desaparición de la fauna ártica y de la cultura esquimal. La desaparición del hielo oceánico ártico es un síntoma evidente de que se están produciendo cambios drásticos en el sistema climático. Demasiado evidente como para no tenerlo en cuenta. Y los cambios drásticos en el sistema climático tienen la cualidad de poder afectarnos a todos, no sólo a los esquimales y a los osos polares. Y de afectarnos de formas difícilmente previsibles pero casi seguro que nada halagüeñas.

Y no sólo es un síntoma. La desaparición del hielo ártico supone en sí un cambio tremendo en los sistemas climático, oceánico y ecológico, que puede acarrear consecuencias muy graves también a nivel global.

Según esta otra visión, que yo creo que es la que tiene más fundamento, la fiesta está ya demasiado descontrolada. Si estuviéramos en la genial The Party, de Blake Edwards, a mí me parece que estaríamos en la fase en que la espuma ya está saliendo abundantemente de la piscina y comenzando a invadir el jardín y la planta baja.

Con todo, hay que reconocer que por nuestras latitudes la fiesta está un tanto apagada desde que en 2008 extraviamos la senda del crecimiento, que vino a ser como quedarse sin música. No me gusta ponerme agorero, pero quedarnos sin hielo puede ser aún peor: tal vez sea la señal definitiva de que la fiesta se ha terminado y de que lo que tenemos por delante es una resaca monumental.

Fuentes:
Las imágenes se han obtenido en:
AMAP Assesment 2011: Mercury in the Arctic puede encontrase en: