lunes, 4 de febrero de 2013

Lo que Malthus pasó por alto

Hace unos días María Antonia Sánchez Vallejo firmaba un artículo en El País con el título La Maldición de Malthus. En él repasaba algunas opiniones sobre el supuesto problema de superpoblación humana. Para abrir boca el artículo nos recuerda unas declaraciones recientes del naturalista británico David Attenborough ("los humanos somos una plaga sobre la Tierra") y otras del ministro de finanzas japonés Taro Aso exhortando a los ancianos de su país a darse prisa en morir para aliviar los costes de la seguridad social nipona. 

Al parecer el Sr. Taro (él mismo de edad avanzada) retiró lo dicho pocas horas después, así que no le prestaré más atención aquí. En cuanto a Sir David Attemborough, prefiero quedarme con su magnífica conferencia People and Planet, pronunciada ante la Royal Society en marzo de 2011, sobre el mismo asunto pero en un tono menos provocador. La idea central se basa en una verdad irrefutable: no puede haber más gente viviendo en la Tierra que la que puede ser alimentada con los recursos del planeta. Ya que estos recursos son, en principio, limitados, existe un límite para el tamaño de la población y este límite, según Sir David, estaría relativamente cercano en el tiempo.

La idea de que la tendencia de la población a crecer exponencialmente se contrapone con la finitud de los recursos del planeta (y de que esto es un problema serio) tiene fecha de nacimiento: 1798, año de la primera publicación de An Essay on the Principle of Population, la obra fundamental de Thomas Robert Malthus. Malthus fue contemporáneo de Adam Smith o de David Ricardo y en su tiempo participó activamente en los debates intelectuales en los que se estaban fraguando las bases de lo que hoy conocemos como ciencias económicas. Sin embargo, su influencia en la disciplina parece  inexistente. En la conferencia de David Attenborough encontramos una cita que ilustra esto muy bien. Se atribuye a Kenneth Boulding (c. 1970):

"Cualquiera que crea que el crecimiento exponencial de cualquier cosa física puede continuar indefinidamente en un mundo finito es o bien un loco o bien un economista."

Conviene aclarar que Kenneth Boulding era, él mismo, un economista. Pero la cuestión que yo me planteo ahora es: ¿por qué el pensamiento de Malthus no ha tenido apenas repercusión en el desarrollo de las ciencias económicas? Yo creo que hay dos razones. La primera es estética: el maltusianismo es feo. Como lo son en general las teorías que propugnan límites al desarrollo. Se me hace que las ciencias económicas, y también la política económica, tendrían mucho menos glamour si tuvieran que incorporar las ideas de los aguafiestas de los recursos limitados. ¿Qué les quedaría a nuestros líderes si no pudieran prometernos el regreso a la senda del crecimiento?

La segunda razón es empírica: es un hecho que la teoría de Malthus ha fracasado de forma  estrepitosa en sus predicciones. Desde los tiempos de Malthus, la población no ha parado de crecer exponencialmente, tal como predice su teoría. Pero resulta que la producción de alimentos tampoco ha parado de crecer exponencialmente y, además, más rápido aún que la población, todo lo contrario de lo que predijo Malthus. Por ejemplo, entre 1961 y 2009 la población pasó de 3.081 millones de habitantes a 6.858, es decir, un incremento del 123%. La producción de cereal entre esos mismos años pasó de 739 a 2.495 millones de toneladas, un incremento del ¡238%!. En definitiva: 2009 se produjo un 50% más de cereal por persona que en 1961, a pesar de que en 2009 éramos muchísimas más personas que en 1961. Así que está claro: ¿por qué tendríamos que incorporar al pensamiento económico una teoría que no sólo yerra en sus predicciones sino que además desluce?

A mí me parece que el fundamento de la teoría de Malthus es sólido y, si Boulding estaba en lo cierto, coincidiría en esto con casi todo el mundo salvo algunos locos y algunos economistas. Entonces, ¿cómo es que sus predicciones se han desviado tanto de la realidad?¿qué es lo que Malthus pasó por alto? La respuesta, para mí, es clara: Malthus no pudo imaginar que la humanidad iba a disponer de petróleo y gas natural en cantidades tan enormes como las que hemos estado utilizando en las últimas décadas. Me explico. La clave del éxito agrícola de nuestra civilización es la llamada revolución verde: un enorme incremento de la productividad de la tierra. En 2009 tocábamos a 0,2 ha de tierra cultivable por habitante, casi la mitad que en 1961 (0,37) y esa disminución del recurso tierra está muy en la línea maltusiana. Pero a base de sacarle muchísimo más a cada hectárea , en 2009 pudimos producir más alimentos por persona que en 1961. ¿Cómo se ha logrado este milagro? Pues con el progreso de las tecnologías agrarias. Y la mayor parte del mérito hay que atribuirla al uso intensivo de maquinaria agrícola y fertilizantes químicos: entre 1961 y 2009 el número de tractores agrícolas por hectárea cultivable prácticamente se dobló y entre 2002 y 2009 el uso de fertilizantes químicos por hectárea cultivable creció a un ritmo equivalente a un 2,11% anual. Pues bien: para mover la maquinaria agrícola y para fabricar los fertilizantes hacen falta enormes cantidades de petróleo y gas natural.

Todo esto está muy bien, pero hay un problema: desde hace algunos años el petróleo y el gas natural han dejado de ser tan abundantes. Ya lo he repetido varias veces en este blog y no quiero insistir, pero aumentar siquiera ligeramente la producción de petróleo y de gas natural se ha puesto muy complicado. Cuan complicado nos lo dice el precio al que están esas materias primas. Si la población sigue creciendo y la producción de petróleo y gas natural no lo hacen al mismo ritmo, los mecanismos maltusianos podrían comenzar a operar antes de lo que a nadie nos gustaría.  

Entonces, ¿maltusianos sí o no?. Pongo algunos datos y reflexiones más sobre la mesa:

  • Ya somos más de 7.000 millones de personas (es más del doble de los que había cuando yo aparecí en este planeta, admito que esto me asusta un poco).
  • A la tasa de crecimiento actual (1,15%), el incremento de población serviría para llenar un país como España cada 7 meses, o un país como Japón (128 millones) cada 18 meses.
  • Japón viene al caso porque se cita varias veces en el artículo de Sánchez Vallejo como ejemplo de país muy estable y con estándares de vida altísimos a pesar de su elevada densidad de población. Lo que no se menciona en ninguna parte del artículo es que Japón necesita importar el 60% de los alimentos que consume.
  • Si los gurús de la huella ecológica (otros aguafiestas) no andan demasiado desencaminados, nuestra civilización está consumiendo recursos renovables a una tasa de 1,5 veces la capacidad del planeta.
  • Existe un tremendo problema de desigualdad, y esto se repite en varias opiniones recogidas en el artículo de Sánchez Vallejo: las sociedades ricas derrochamos recursos a mansalva. Con todos los alimentos que producimos y luego van a la basura tal vez habría margen para sostener mucha más población. Pero conseguir que las sociedades ricas nos apretemos el cinturón parece problemático: en nuestras economías apretarse el cinturón es sinónimo de crisis. Y consumo responsable es una idea que, por desgracia, todavía vende muy mal.
Con todo esto, a mí me parece que sólo hay dos alternativas: o ser maltusianos (y apechugar con las miserias de una teoría más bien fea y pesimista) o confiar en que un año de estos aparezca una fuente de energía tan abundante y barata como lo han sido el petróleo y el gas natural (y que hoy por hoy es tan inimaginable para nosotros como el petróleo y el gas natural lo fueron para Malthus). Los economistas a los que aludía Boulding no confían en ese hallazgo, simplemente lo dan por supuesto. 


Fuentes:
El artículo de Antonia Sánchez-Vallejo La maldición de Malthus puede verse aquí:
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/01/29/actualidad/1359487026_928889.html

Sobre las declaraciones de Taro Aso, El País publicó la siguiente noticia:

http://internacional.elpais.com/internacional/2013/01/26/actualidad/1359215970_213614.html

El discurso de David Attemborough ante la Royal Society puede verse aquí:

http://martinspribble.com/archives/1546

Todos los datos estadísticos que se citan provienen del Banco Mundial a través de Google Public Data Explorer (http://www.google.com/publicdata/directory)