martes, 30 de abril de 2013

La insoportable levedad del abecé de los recursos escasos

¿Qué le pasa a una economía cuando un recurso se hace escaso? Esta es la respuesta que suelen dar los economistas:

"Cuando se produzca una escasez en un recurso, subirá gradualmente el precio de la materia prima correspondiente y como consecuencia (a) se generarán sustitutos, (b) se usará menos de esa materia prima por incrementos de eficiencia y (c) se encontrarán nuevas fuentes de materia prima, no accesibles al precio anterior".

Y seguramente es una respuesta acertada. El problema surge, o al menos yo así lo veo, cuando se utiliza para para refutar la posibilidad de que el agotamiento de los recursos naturales pueda limitar el crecimiento económico. Esto sucede con frecuencia. En general, el economista de turno te suelta el "abecé" y se queda tan ancho, convencido de que, como él, tú también te percatas del corolario inmediato: (d) colorín colorado, la escasez se ha terminado. Si, como me sucede a mí, uno percibe claramente que de ninguna manera (d) se infiere lógicamente de  (a), (b) y (c), el resultado es, fácilmente, quedarse pasmado. Tan pasmado como si un médico nos diera una explicación sencilla de cómo funciona el sistema inmunitario y a continuación añadiera que, en consecuencia, no debemos preocuparnos por los procesos infecciosos. - Pero doctor, la herida tiene muy mal aspecto y el paciente está delirando de fiebre... - Nada, nada, será la mala alimentación...

Una de las últimas veces que he encontrado el abecé de los recursos escasos empleado de ese modo por un economista de prestigio fue en un artículo de Luis Garicano en el blog Nada es Gratis (de ahí he transcrito la versión del abecé citada). Luis Garicano me viene bien por esta otra cita que tomo de un artículo suyo publicado en El País el día 21 pasado:

"Marzo ha sido un mes desolador para la eurozona, incluida España. Esta semana hemos sabido que las matriculaciones de vehículos del primer trimestre cayeron un 13% en Alemania, un 12% en España y un 10% en Europa, comparadas con el primer trimestre del año pasado. [...]"

Las afirmaciones como esta también me dejan pasmado. En España, que yo sepa, casi nada o casi nadie deja de ser transportado por falta de vehículos. En algunas regiones, como Madrid, donde vivo, las calles y autovías están atestadas de vehículos casi a todas horas de manera que el transporte muchas veces se ve entorpecido por exceso de vehículos. El tráfico es, de hecho, una de las principales causas de un problema serio de contaminación del aire que ya afecta de forma palpable a la salud de los madrileños. En definitiva: no necesitamos más vehículos. En estas condiciones, ¿por qué es una mala noticia (incluso desoladora) que las matriculaciones del trimestre hayan sido sólo el 88% de las que hubo hace un año?. Me parece que la respuesta es tan clara como reveladora: la economía tiene que crecer. Que sea a base de producir los bienes y servicios que nos facilitan una vida más confortable, o a base de producir vehículos que no necesitamos o nuevas variedades de comida basura o minas antipersonal, parece irrelevante.

A mí esta incapacidad para funcionar si no es creciendo a costa de lo que sea me parece una enfermedad de nuestro sistema económico y, en tal caso, la mayoría de los economistas se estarían comportando como el médico del chascarrillo anterior: ignorándola más o menos deliberadamente. Tal vez influya en esto el hecho de que las ciencias económicas no disponen de ninguna clase de "antibióticos" para esta supuesta enfermedad, así que reconocerla llevaría consigo admitir la incapacidad para tratarla. Como ya he apuntado en otro sitio, me parece plausible explicar esta carencia considerando que las ciencias económicas se han desarrollado durante un periodo de la historia que ha conocido un crecimiento económico sin precedentes. De este modo, las ciencias económicas resultantes son, en realidad, las ciencias de la economía en crecimiento. Un crecimiento que, además, ha permitido a unas cuantas sociedades alcanzar unos niveles de prosperidad también desconocidos hasta el momento, con lo cual resulta difícil no concebirlo como algo intrínsecamente bueno.

Afortunadamente todos los médicos reconocen y saben tratar las enfermedades infecciosas y afortunadamente algunos economistas se dan perfecta cuenta de la finitud de los recursos y los límites del crecimiento. Luis Garicano me viene bien otra vez porque es profesor en la prestigiosa London School of Economics, y esto me da pie a introducir el Grantham Research Institute on Climate Change and the Environment, un centro de investigación adscrito a dicha institución. El centro lleva el nombre de su fundador y patrocinador principal, Jeremy Grantham, un profesional de la economía curtido durante décadas en la gestión de inversiones (actividad con la que, además, se ha hecho rico) y que se ha ganado cierta reputación por su capacidad para anticipar burbujas financieras. Desde hace más de una década, sin embargo, la crisis venidera que le preocupa de verdad no es financiera sino ambiental: la crisis del clima y los recursos naturales. De ahí que esté comprometiendo buena parte de su patrimonio personal patrocinando fundaciones como el Grantham Research Institute de la LSE. Un reciente artículo sobre él aparecido en The Guardian (12 de abril) cita una declaración suya que creo que sirve muy bien para hacerse una idea de su posicionamiento:

"El capitalismo hace millones de cosas mejor que sus alternativas. Equilibra la oferta y la demanda de una manera elegante a la que la planificación centralizada no ha llegado siquiera a aproximarse. Sin embargo, está completamente mal equipado para tratar con un pequeño puñado de asuntos. Por desgracia, se trata de los asuntos que son absolutamente centrales para nuestro bienestar a largo plazo e incluso nuestra supervivencia(mi traducción)

Pues bien, el motivo de traer a colación a Jeremy Grantham es un profuso artículo suyo que se publicó ahora hace dos años, significativamente titulado Time to Wake Up: Days of Abundant Resources and Falling Prices Are Over Forever (Hora de despertar: los días de recursos abundantes y precios a la baja se han acabado para siempre). Escrito con el enfoque de un profesional de las inversiones en materias primas, nos pinta un panorama sobre la escasez de recursos bastante distinto de la de los optimistas del abecé. Efectivamente, cuando un recurso escasea su precio sube, y según el análisis de Grantham, la escasez es la razón principal del reciente cambio de tendencia en el precio de casi todas las materias primas esenciales. Lo ilustra el gráfico siguiente, extraído de su artículo. 
Al parecer, el resultado de una tendencia secular a la baja en los precios propiciada por la mejora progresiva de la productividad se habría esfumado en poco más de una década debido, con toda probabilidad, a la presión combinada de una demanda creciente (la población mundial se ha doblado en menos de 50 años) y una disponibilidad en general decreciente. 


Tomado de Grantham, Time to Wake Up...

El artículo pasa revista a varios de los recursos sometidos a esta presión: petróleo, metales y productos agrícolas. Sobre el petróleo he hablado ya mucho en otros artículos de este blog y el problema de los productos agrícolas merecería unos cuantos más. En cuanto a los metales, reproduzco otro gráfico que me parece muy ilustrativo. La riqueza media del mineral de cobre que se explota ha bajado de un 0,77% a un 0,55% en 15 años. Es decir, para obtener el cobre que rendían 100 tonelada de mineral en 1995 ahora es necesario extraer y procesar 140 toneladas. Y esto hay que hacerlo en un contexto de precios energéticos mucho más altos. El precio del cobre está sujeto, sin duda, a movimientos especulativos, pero al margen de estos el coste real, la cantidad de recursos que tenemos que destinar a obtener cada tonelada de cobre, es hoy mucho mayor que hace 15 años.


Tomado de Grantham, Time to Wake Up...

Con el análisis de Grantham en la mano es difícil descartar la posibilidad de que estemos entrando en una época de escasez general de recursos, especialmente en términos relativos a la demanda de una población creciente que aspira a un nivel de vida creciente (o, en el caso de cientos de millones de personas, simplemente a salir de la miseria). Pues bien, efectivamente si los recursos escasean el precio de las materias primas subirá y entonces (a) se generarán sustitutos, (b) se incrementará la eficiencia y (c) se encontrarán nuevas fuentes. Pero si la escasez afecta de forma simultánea a varios recursos esenciales, algunos tan esenciales como el petróleo, me temo que además de (a), (b) y (c) también tendremos cosas como (d) se matricularán menos vehículos y (e) se producirán otras muchas noticias desoladoras para la economía.

Y en tanto los economistas no sean capaces de abandonar el paradigma terraplanista de los recursos ilimitados (o, al menos, no limitantes), me temo también que no van a ser capaces de ayudarnos a salir del atolladero. Los terraplanistas de la LSE bien podrían darse una vuelta de vez en cuando por el Grantham Research Institute para intercambiar impresiones, a ver si así les llega su hora de despertar.

Fuentes:

Artículo de Luis Garicano en Nada es Gratis, de 18-11-2012:
http://www.fedeablogs.net/economia/?p=26234

Artículo de Luis Garicano en El País, de 21-04-2013, titulado Esperando a Godot-Draghi:
http://economia.elpais.com/economia/2013/04/19/actualidad/1366365953_382283.html

El artículo sobre Jeremy Grantham en The Guardian, 12 de abril de 2013:
http://www.guardian.co.uk/environment/2013/apr/12/jeremy-grantham-environmental-philanthropist-interview?INTCMP=SRCH

El artículo de Jeremy Grantham Time to wake up ... (29 de abril de 2011) puede encontrarse en Resilience y en The Oil Drum:
http://www.resilience.org/stories/2011-04-29/time-wake-days-abundant-resources-and-falling-prices-are-over-forever
http://www.theoildrum.com/node/7853

sábado, 20 de abril de 2013

El legado de Margaret Thatcher

Margaret Thatcher es, sin duda, uno de los personajes más relevantes de la historia política del último cuarto del siglo XX, y también uno de los más controvertidos. Con su reciente fallecimiento han proliferado declaraciones y artículos de opinión sobre su figura y es curioso comprobar como, por lo general, no hay medias tintas: partidarios entusiastas y detractores acérrimos se reparten a partes iguales. Esto es así especialmente cuando se trata su política económica, eso que se dio en llamar "thatcherismo", una política decididamente liberal en el sentido de adelgazar el estado y reducir en todo lo posible su intervención en la economía. Los partidarios ven en el thatcherismo la receta infalible de la prosperidad, la que adquirió en Reino Unido gracias al gobierno de Margaret Thatcher y también la que podría alcanzar cualquier sociedad que aplicara esas políticas. Los detractores, en cambio, la consideran la raíz de todos los males, generadora de injusticia social y acicate para la especulación financiera, esa que, en última instancia, habría desencadenado la actual crisis de deuda.

Lo que propongo aquí es un modesto análisis sobre la tesis que relaciona la política económica de Margaret Thatcher con la prosperidad en el Reino Unido. Tengo que advertir desde ya que el análisis se basa más en datos que en argumentos. Me mueve seguramente cierto afán de originalidad: los argumentos predominan claramente sobre los datos en lo que yo he leído al respecto. Supongo que también es un intento de evitar meterme en demasiados berenjenales. Allá voy.

Para bien o para mal, la magnitud que por sí sola se considera más relevante para medir el desempeño de una economía es el crecimiento económico. No hay más que oír a nuestros líderes actuales prometer y prometer la vuelta a una senda del crecimiento que no se acaba de materializar ni, salvo que uno ponga mucha buena voluntad, siquiera vislumbrar. Así pues, si las políticas de Margaret Thatcher promovieron la prosperidad en el Reino Unido, me parece lícito esperar señales de mayor crecimiento económico asociadas a su mandato. Para intentar encontrar tales señales he elaborado el gráfico siguiente.

Gráfico 1. Reino Unido: crecimiento anual del PIB en %, 1970 - 2011. Se señalan en color verde los años del mandato de Margaret Thatcher: 1979 (desde mayo) a 1990 (hasta noviembre).

Pues bien, a primera vista no se aprecia ninguna tendencia especial a un mayor crecimiento durante los años del thatcherismo. El promedio de los crecimientos anuales en los años de Margaret Thatcher es de 2,32% mientras que en el resto de años para los que presento datos es de 2,35%: la diferencia es insignificante (he contado el año 1979 en ambos promedios, por eso de que sólo es "año de Thatcher" a partir de mayo). En 7 de los 42 años del conjunto, es decir, 1 de cada 6, hay decrecimiento. Dos de esos años de crecimiento negativo se cuentan entre los casi 12 del mandato de Thatcher, manteniendo graciosamente la misma proporción de 1 a 6. Aunque en esto ultimo los partidarios podrían alegar, con razón, que los crecimientos negativos de 1980 y 1981 no son atribuibles a las políticas del gobierno de Thatcher, que no podían haber dado fruto todavía. Pero en tal caso, podrían replicar los detractores, el crecimiento negativo de 1991 y el casi nulo de 1990 y 1992 sí habría que atribuirlos a esas políticas.

De momento los datos no parecen indicar ninguna relación entre thatcherismo y prosperidad. Pero tal vez no estamos siendo del todo justos. Por ejemplo: debido a la fuerte subida del precio del petróleo en 1979, los años 1980 y 1981 son años de recesión en casi todo el mundo. (Me permito un inciso: sí, las subidas del precio del petróleo causan recesiones. Los años 1974 y 1975 también fueron malos en general por la subida del precio del petróleo de 1973). A lo mejor es mucho pedir que una política económica propicie el crecimiento incluso cuando el resto del mundo está en recesión. Tal vez sea más ilustrativo evaluar el desempeño de la economía británica en términos comparativos: ¿hay signos de que las políticas de Thatcher propiciaron un mayor crecimiento en en el Reino Unido que en otras economías del entorno?.

El gráfico 2 es similar al anterior pero no muestra el crecimiento anual de la economía del Reino Unido sino la diferencia entre este y el crecimiento combinado de las economías de Alemania, Francia e Italia. Estas son, junto con la del Reino Unido, las economías más grandes de Europa Occidental y, por tanto, me parecen rivales a medida.


Gráfico 2. Diferencial de crecimiento anual de PIB (%) entre el Reino Unido y las economías combinadas de Alemania, Francia e Italia. Se señalan en color verde los años del mandato de Margaret Thatcher: 1979 (desde mayo) a 1990 (hasta noviembre).  

Veamos que nos dice el gráfico 2. Entre 1971 y 1981 la economía del Reino Unido iba bastante por detrás de las de sus contrapartes continentales y claramente sufrió más que estas en las recesiones de 1974-75 y 1980-81. Los partidarios pueden atribuir el mal desempeño comparativo de todos estos 11 años a las políticas económicas previas, incluso teniendo en cuenta que Margaret Thatcher se mudó al 10 de Downing Street en mayo de 1979. El panorama cambia a partir de 1982: el Reino Unido encadena 7 años consecutivos de crecimiento por encima de lo que se podía considerar normal en el núcleo de Europa. Los partidarios podrán atribuir el éxito de estos años a las políticas de Thatcher pero entonces tendrán que explicar qué pasó entre 1989 y 1992, años de recesión general pero en los que la economía británica sufrió mucho más que las otras. ¡Estamos igual de mal que antes de Thatcher!, podrán replicar los detractores, ¡hemos hecho un pan con unas tortas!. En efecto, si integramos los diferenciales de crecimiento de los 12 años de mandato de Thatcher, el resultado es ligeramente negativo.

Es a partir de 1993 cuando la economía británica cobra realmente impulso y se desmarca, en términos de crecimiento, de las economías de Alemania, Francia e Italia. Hasta 2005 se suceden 13 años consecutivos con crecimiento claramente superior al de esas otras economías europeas. Cuando llega la última gran crisis, en 2008, la economía británica mantiene el tipo y es capaz de no contraerse más que las otras economías europeas fuertes, contrariamente a lo que había sucedido en las recesiones anteriores. Aquí los partidarios querrán apuntarse el éxito, atribuyéndolo a las reformas impulsadas por Thatcher, que seguirían vigentes, incluso tras la entrada de los laboristas en el gobierno a partir de 1997. Los detractores podrán replicar, en cambio, que hizo falta que Margaret Thatcher renunciara para salir del callejón sin salida en el que había colocado a la economía británica a comienzos de la década de 1990. 

Así que, hasta aquí, el caso no está claro. No sé si para poner un poco de luz o para liar más las cosas voy a añadir otro ingrediente a la cuestión. La historia es esta: en 1975 Shell Oil y BP iniciaron la explotación de los yacimientos petrolíferos gigantes del Mar del Norte, descubiertos cinco años antes. Como consecuencia, la producción de petróleo del Reino Unido se disparó hasta el punto de que en 1980, con casi 1,7 millones de barriles diarios, superó por primera vez al consumo interior. A partir de ese momento, el Reino Unido se convertiría en exportador de petróleo. Mantuvo esa posición hasta 2005, año en el que la producción cayó de nuevo por debajo de los 1,7 millones de barriles debido al declive natural de los yacimientos. (No me resisto a hacer otro inciso: sí, los yacimientos de petróleo tienden a agotarse a medida que se explotan).

En los años buenos de producción de petróleo, las exportaciones rondaron el millón de barriles diarios. Los años buenos fueron casi todos menos los que van de 1989 a 1992, en los que la producción fue bastante más baja y apenas superó el consumo interno. Y aquí es donde esta historia engarza en el análisis: incidentalmente, los años buenos son casi los mismos que los años en los que la economía británica creció por encima de sus referentes continentales. Lo intento ilustrar con el gráfico 3 siguiente. Este es una versión del gráfico 2 en el que incorporo, en la escala de la derecha, el balance anual entre producción y consumo de petróleo en el Reino Unido. La relación entre crecimiento comparativo y balance de petróleo no es perfecta, pero sí, creo, suficientemente aparente como para tenerla en cuenta.

Gráfico 3. Diferencial de crecimiento anual de PIB entre el Reino Unido y las economías combinadas de Alemania, Francia e Italia (%, escala de la izquierda) y balance entre producción y consumo de petróleo en el Reino Unido (miles de barriles diarios, escala de la derecha). Se señalan en color verde los años del mandato de Margaret Thatcher: 1979 (desde mayo) a 1990 (hasta noviembre). 

En este punto el lector tal vez se pregunte si tratar de relacionar las exportaciones de petróleo con la prosperidad económica del Reino Unido no es ir demasiado lejos. Y es posible que tenga razón, pero a la vista de los datos no me parece tan lejos como tratar de relacionar la política de Margaret Thatcher con la prosperidad económica del Reino Unido. Exportar un millón de barriles diarios puede ser un muy buen negocio para la economía de un país. Cabe preguntarse si la economía británica, con Thatcher o sin Thatcher, habría exhibido esos periodos de mayor crecimiento comparativo si no hubiera dispuesto de la ventaja de la enorme producción de petróleo.

En fin, que el recurso a los datos no parece el más adecuado para sostener la tesis de que las recetas del thatcherismo llevaron la prosperidad económica al Reino Unido. Y menos aún las versiones más fuertes de la tesis que proponen que dichas recetas llevarían la prosperidad económica a cualquier sociedad que las aplicara y en cualquier circunstancia. Por supuesto esto no es óbice para que quien así lo prefiera recurra a los argumentos.

Fuentes:

Los datos de crecimiento económico con los que se han elaborado los gráficos se han obtenido de la base de datos del Banco Mundial disponible en:
Se trata los datos del indicador GDP growth (annual %).

La elección de Alemania, Francia e Italia como referencia no responde a ninguna otra razón que la expuesta en el artículo: son, junto con el Reino Unido, las cuatro economías más grandes de Europa Occidental. Formar un grupo con más países me hubiera llevado más trabajo, podría haberme dado problemas de homogeneidad (no todos los países tienen datos desde 1971 en la fuente consultada) y podría introducir distorsiones (Holanda, Dinamarca y Noruega también se benefician enormemente de la explotación de yacimientos fósiles en el Mar del Norte).

Los datos de producción y consumo de petróleo del Reino Unido que se han utilizado en el gráfico 3 proceden de BP 2012: BP Statistical Review of World energy 2012:
http://www.bp.com/sectionbodycopy.do?categoryId=7500&contentId=7068481